El pasado 16 de mayo asistí en la Universidad de Deusto al acto de entrega de los premios Ada Byron 2019 a la mujer tecnóloga en su 6ª edición, que coincidió con la inauguración de la 7ª edición de ForoTech.
El premio Ada Byron a la Mujer Tecnóloga, pionero a nivel nacional (y que este año ha dado el salto internacional con su presentación de la edición mexicana), fue instituido por la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Deusto. Sus objetivos son: premiar y dar visibilidad a la trayectoria excelente de mujeres tecnólogas actuales; enriquecer la sociedad con eventos de difusión tecnológica; fomentar vocaciones tecnológicas (sobre todo femeninas) acercando el trabajo tecnológico a las y los adolescentes; y visibilizar socialmente la importancia de la tecnología.
La cuestión es que ese día pude conocer a las dos ganadoras del premio Ada Byron: dos mujeres de bandera y referentes en el mundo de la tecnología, Concepción Alicia Monje Micharet y Ana Freire (elegida por unanimidad Premio Ada Byron Joven). El jurado lo tuvo más difícil que otros años, pues al premio se presentaron cerca de 112 candidatas, profesionales en activo procedentes del mundo académico y empresarial de los ámbitos de Ingeniería, Informática, Ciencias Químicas, Física y Matemática, y de entre 36 y 67 años, y entre 24 a 36 para el Premio joven.
Hoy quiero hablaros un poco más de Ana Freire, galardonada con el premio Ada Byron joven, ¿quieres saber por qué? Tan solo tienen que seguir leyendo.
Nada más escuchar su presentación, ya me transmitió buenas vibraciones:
Ana es consciente de que, si bien se han dado pasos para visibilizar el trabajo de muchas mujeres tecnólogas y científicas a las que no se les quiso reconocer en su momento su esfuerzo, trabajo y resultados logrados, aún quedan mucho por hacer.
Sí, porque por mucho que algunas (muchas) personas piensen lo contrario, no tenemos que irnos muy lejos en el tiempo para ver que aún hoy en día se sigue sin reconocer el trabajo de las mujeres como debiera ser, al menos, es lo que yo pienso.
Volviendo al 16 de mayo, tras la entrega de los premios, me acerqué a dar la enhorabuena a Ana y a cambiar impresiones con ella, principalmente porque aun no siendo yo tecnóloga, veía aspectos de ella en la que me sentía reflejada. Ah, y también porque hace años aprendí que aquellas personas que consideras referentes y que parecen estar “alejadas de ti” no dejan de ser personas y, por cierto, mucho más cercanas de lo que solemos pensar. Ana es una de ellas. Lo digo no sólo por ese día sino por lo que he leído de ella y por las palabras (pocas, pero suficientes) que hemos podido intercambiar desde entonces.
Ana, te aseguro que el placer de conocerte en la entrega del premio Ada Byron fue mío y que yo también espero que sigamos en contacto y volvamos a coincidir pronto.
Me gustaría resaltar que, aun siendo todavía muy joven, Ana Freire tiene una gran trayectoria profesional. A mí me ha gustado especialmente el concurso internacional que fundó en 2016: Wisibilízalas, quizá porque visibilizar a las P.E. es lo que yo hago semana tras semana a través de este blog. La cuestión es que, desde el lanzamiento del concurso, insisto, en 2016, ya han participado en él más de 1000 niñas y niños de España, México, Venezuela y Ecuador, que han tenido la oportunidad de conocer a 400 mujeres del mundo de la tecnología. Reconozco que estos datos me impactaron. Sí, porque yo también firmé el manifiesto inspira hace unos años, pero esto, esto sí tiene más que ver con el impacto social, ¿no creéis? Al fin y al cabo, también Ana da mucha importancia a la investigación aplicada y al impacto social. ¿Cuántas veces habré repetido que lo importante de ser P.E. no es sólo tener ideas y buenas intenciones sino ponerlas en marcha, dar el paso, implementarlas? Ala, pues aquí tenéis otra P.E.
Porque Ana, si no me equivoco me corriges, es, entre otras: una persona curiosa sobre cómo ocurren las cosas (la ha sido desde muy pequeña); luchadora; soñadora, pero de las que hacen y no sólo expresan sus sueños en alto; a la que no le paralizan los “miedos” y que, además, inspira a otras personas para que estos no les puedan; gran apasionada de la tecnología y la ciencia; y una persona con ganas e ilusión, que se esfuerza cada día por avanzar y por lograr que las personas sean más felices y hacer un mundo más digno para todos.
Gracias, Ana, por tu trabajo, por tu implicación en el mundo de la tecnología y la ciencia, y por poner tu granito de arena en hacer visibles a las que años y años de estereotipos hicieron invisibles. Lo que muchos ponían en duda son nuestros poderes, ¿no crees?
Disfrutad de la semana y de los días de calor, que parece que van llegando.