Hace ya unos meses desde la última vez que subí un post y compartía con vosotros y vosotras mis vivencias, experiencias e inquietudes con y sobre personas e iniciativas emprendedoras. Pues bien, aquí estoy de vuelta. Han sido unos meses duros en el que el cariño de las personas que me quieren han hecho posible que hoy vuelva con la ilusión, las ganas y la energía con las que lo hacía el 25 de noviembre de 2014. Gracias por vuestro apoyo durante estos meses.
Hoy quiero presentaros, por una parte, una iniciativa de la que creo que aún no os he hablado, y ya va siendo hora, y, por otra parte, pero totalmente relacionada con dicha iniciativa, unas reflexiones sobre un tema que veo necesario tratar con personas emprendedoras: el fracaso.
¿Os animáis?
Comienzo con la iniciativa. Se trata del programa ANDREkintzailea. Un programa de acompañamiento, formación y creatividad para mujeres emprendedoras promovido por el Departamento de Desarrollo Económico y Territorial de la Diputación Foral de Bizkaia. Un programa cuya tercera edición se inauguró el pasado 14 de abril de 2016 y cuyo fin es el de apoyar el emprendimiento femenino.
ANDREkintzalea consta de varias sesiones formativas, talleres, reuniones, mesas redondas, encuentros de networking, una serie de eventos de diversa índole y unas sesiones de coaching personalizado y de mentoring. Entre todas configuran el programa.
En su diseño y desarrollo colaboran Bilbao Metrópoli-30, la Asociación de Empresarias y Directivas de Bizkaia, ADE, Emakumeekin y Peopleing.
Pues bien, dentro de las sesiones organizadas por Peopleing, la semana pasada pude participar, invitada por sus responsables, Jone, Nora y Arantza, a dar una charla en BilboRock , un lugar emblemático para
muchos bilbaínos y bilbaínas. Durante la charla, que llevaba por título “Cuestionando el fracaso”, tuve el placer de compartir cartel con Miren González de Mendialdua, cuyo relato en primera persona me hizo reflexionar aún más sobre el fracaso y sus consecuencias positivas.
He de confesaros que personalmente, la preparación de la charla y su posterior difusión y debate en los medios ha sido una oportunidad única que he tenido para plantearme muy seriamente este tema. Un tema que, si bien siempre he considerado necesario trabajar con las personas emprendedoras, desde esta pasada semana ya no me cabe ni una duda (que no es que la tuviera).
Cuando me puse a preparar mi contribución, mi primera parada fue en la definición que se le da al término fracaso. Tras comentar con varias personas emprendedoras y analizar un poco la literatura sobre el tema, pude ver que hay dos formas de entenderla, una negativa y otra más positiva. Entre la negativa está la forma de concebir el fracaso como:
- un resultado adverso de un negocio o empresa,
- un obstáculo encontrado en el cambio,
- obtener un mal resultado en algo proyectado,
- una angustia,
- una renuncia,
- no conseguir lo que teníamos previsto,
- una frustración,
- cometer un error,
- no hacer,
- querer agradar a los demás,
- tener miedo al qué dirán o
- no tener éxito.
Por su parte, desde una perspectiva positiva, el fracaso llega a ser entendido como:
- perseverar,
- parte del proceso o camino del éxito,
- un aprendizaje,
- un evento,
- una oportunidad para empezar algo nuevo o mejorar o
- luchar por los propios objetivos (realistas, en cualquier caso).
Lo que está claro es que el fracaso nos afecta y, como algunas personas subrayan, “puede pasarnos una seria factura a nuestro interior”. La cuestión es que ante él las personas tenemos dos alternativas: superarlo o no superarlo. E, indudablemente, el mejor camino a tomar es el de reaccionar positivamente superándolo con el fin de no crearnos problemas, cuanto menos, psicológicos. Y para ello hay que prepararse concienzudamente. Qué cómo lo podemos hacer, a través, entre otros, de programas de formación o cursos sobre gestión emocional o autoconocimiento, que nos ayudarán a conocer nuestras limitaciones, nuestros puntos fuertes y puntos débiles, nuestras emociones, nuestras capacidades -especialmente la de sobreponernos a los malos momentos y aprovechar su empujón para mejorar-, o dicho de otro modo, nuestra capacidad para desarrollar la resiliencia, concepto tan de moda hoy en día y tan necesario a la vez.
Y, por supuesto, tenemos que aprender del fracaso, que no es tarea fácil. Para ello, en primer lugar, deberíamos reconocer que hemos fracasado (que casi es más difícil, tal y como abogan algunas personas) y tras analizar la situación de manera “desapasionada” (que tampoco es tarea fácil), sacar las conclusiones pertinentes. Y eso sí, en cualquier caso, no hemos de preocuparnos nunca sobre cómo haya podido quedar nuestra imagen y menos sobre lo que pensarán y dirán de nosotros los demás.
Finalmente, me quedo con una frase que leía hace unos días y que decía lo siguiente:
Ante el fracaso hay que desdramatizar, porque casi nunca es cierto aquello que decimos de que “esto es lo peor que podía haberme ocurrido”.
Os dejo el enlace al artículo que nos dedicó el periódico DEIA el pasado domingo sobre nuestra participación en el programa ANDREkintzailea.
Espero que os haya gustado el post de hoy y si es así, sigamos encontrándonos en este vuestro espacio.
Disfrutad de la semana.
Asisti a vuestra charla,cuestionando el fracaso hace dos semanas. Y………DESDE esa tarde algo en mi ha cambiado
Muchas gracias, Marisa. Esta es una de las mejores reacciones que podemos esperar. Que tenhas un día magnífico.
Necesito sacar tiempo como sea para asistir a una esas charlas, talleres etc…de tu mano Arantza seguro que es magnifico. Gracias por apoyar a las mujeres emprendedoras, por acompañarnos en este camino que es difícil.
Un saludo
O cuando quieras, tomamos un café y charlamos.