La primera vez que conocí a la protagonista del post de esta semana me llamó la atención su energía, vitalidad, ilusión, ganas de seguir enseñando y, por supuesto, de seguir aprendiendo, pero, sobre todo, me quedé con su pasión por la educación. Esa pasión la sigue transmitiendo hoy en día con “su arte”, el que ahora llevamos muchas encima y que no pasa inadvertido.
Ella es Lurdes, Lur o Lur3898, su nombre de Instagram, por si quisieras “cotillear” un poco. Si quieres saber un poco más de ella, sigue leyendo.
Sé de muy buena fuente que Lur fue (seguirá siendo) una maestra comprometida, dedicada y vocacional, de esas que saben qué quieren ser desde que tienen uso de razón. Ha estado toda su vida al servicio de la educación y cuando le llegó el momento de la “jubilación” (¿quién lo diría?), a Lur le llegó también el momento de gestionar su pasión, su vena creativa y sus habilidades plásticas, esas que nunca había dejado de lado. Porque, aunque Lur siempre ha tenido un talento que ha sabido cómo utilizar, ahora lo debía re-convertir, o quizá es mejor decir, actualizar.
En su vida como maestra de educación infantil y primaria, y como directora de un colegio, Lur ha tenido la oportunidad de: desarrollar su talento creativo dentro y fuera de la escuela; realizar cientos de materiales didácticos, inventando disfraces, cosiendo, dibujando y pintando; desarrollar proyectos nuevos e innovadores; transformar centros educativos; promover una renovación pedagógica, impulsando la implantación de metodologías activas y significativas para el alumnado; abrir la escuela a la comunidad; hacer cursos de perfeccionamiento y especialización con la finalidad de avanzar, actualizarse y formarse para ofrecer lo mejor de sí a su alumnado; y esforzarse cada día, incluso trasladándose con su familia de un sitio a otro para cumplir sus sueños; y enfrentarse a quien fuera necesario para lograr que los de su alrededor siguieran siendo felices. No en vano, Lur:
«Llevó el color y la vida al edificio… las puertas verde pistacho, las peceras incrustadas en los tabiques de pasillo y aulas… Atrajo a las familias a la vida cotidiana del centro, ofreciendo cursos… talleres de teatro, baile… festivales navideños, en los que participaban todos los alumnos, desde infantil hasta el final de la primaria, las familias y los vecinos. El patio de butacas… era un hervidero de alegría, interés y orgullo de padres, madres, abuelos, etc.»
Solo por eso, Lur se merece un espacio en este blog, ¿no creéis? Lo mejor es que, casi sin buscarlo, nuestra protagonista ha sabido gestionar su creatividad y capacidad de innovación desde casi cero o, debería decir, desde una semilla. Sí, porque hoy en día, Lur es la artista que diseña, desarrolla y vende unas joyas más que bonitas, originales y sostenibles, porque un día encontró una semilla a la que, ¡cómo no!, debía dar un nuevo uso.
Así es como Lur ha creado ya varias colecciones muy especiales de manera artesanal, coloridas, vivas, y que llaman la atención. Te invito a que entres en su cuenta de Instagram y eches un vistazo a las mismas.
Gracias, Lurdes, por estas joyas.
Volveré con un nuevo post justo antes de Semana Santa.